Ya hace bastantes años que en el
campo de la gestión de la
Calidad, el Medio Ambiente y la Prevención de Riesgos
Laborales se impone la idea de los Sistemas Integrados de Gestión (SIG). Su
lógica es aplastante: dado que son aspectos de una organización que presentan
un alto grado de similitud en su gestión:
·
aproximación preventiva
·
planificación
·
evaluación inicial
·
normas y procedimientos
·
sistemas de medición
·
mejora continua,…
pueden gestionarse mediante un
solo sistema que integre las peculiaridades de cada uno.
Y, en general, se ha observado en
las organizaciones (dependiendo de su tamaño y sector de actividad) una
evolución en las siguientes fases:
1) Sistemas de gestión de la calidad (SGC) basados en ISO
9001 (y sus derivados sectoriales como ISO/TS 16949, 22000,…).
2)
Integración de los SGC con sistemas de gestión
ambiental (SGA) basados en ISO 14001.
3) Integración de los SGC y SGA con sistemas de gestión de
la prevención de riesgos laborales basados en OSHAS 18001.
No obstante, sigue persistiendo
en la “vox populi” empresarial una visión de los SGI (sea cual sea la fase de
integración en que se hallen) según la cual dichos sistemas son un “mal
necesario”, que se han tenido que implantar debido a exigencias de los clientes
o las autoridades. Dicha visión se traduce en una falta de integración real de
los mismos en la gestión estratégica de la organización (frecuentemente sus
objetivos y programas están desligados de los “business plans” de las
empresas), lo cual no hace más que reforzar la idea de su bajo valor añadido.
Estimado gerente, si su
organización tiene implantado un SIG le invito a que de cuando en cuando se
plantee preguntas como las siguientes:
- ¿En cuántas ocasiones el hecho de disponer de un SIG (certificado o no) la ha ayudado a conseguir nuevos clientes, nuevos proyectos, concesión de autorizaciones administrativas, etc?
- ¿Qué volumen de recursos de su organización (especialmente personas) tiene asignados EN EXCLUSIVA a la gestión del SIG (elaboración de documentos, auditoría, inspección, …).
- ¿Existen áreas de su organización (p.ej, finanzas) que se consideran “fuera” del ámbito del SIG?
- ¿En cuántas ocasiones su SIG le ha ayudado a identificar a tiempo problemas que habrían frustrado el lanzamiento de un nuevo producto, proceso, proyecto…?
- ¿Hasta qué punto el SIG le ha ayudado a anticipar cambios en las necesidades de los clientes, exigencias legales, cambios en el entorno,…?
- ¿En qué medida los mecanismos de mejora de los SIG (acciones correctoras, investigación de accidentes, auditorías,…) le han ayudado a optimizar sus procesos de gestión?
No puedo extenderme más en este
artículo (en realidad, el tema daría para un libro, por lo menos), pero sí
quisiera finalizar sugiriéndole, querido gerente, que si tiene usted dudas
razonables o falta de respuesta clara en uno o más de las preguntas que le he
planteado, no dude en buscarse un buen consultor que le “afine” el sistema. No están
los tiempos para despilfarros.
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